
Al agua patos
K37.lab (Carlos Iraburu Elizalde, Álvaro Oriol, José Rodríguez-Losada, Carlos Iraburu Bonafé)
Isla Climática Urbana – Finalista
Quienes somos del norte entendemos bien el concepto de una isla climática, porque nuestro entorno nos enseña que la propia naturaleza suele ser el mejor recurso para lograr un nivel de confort adecuado. La exuberante vegetación en estas tierras se extiende casi hasta fundirse con las aguas que la rodean, formando esos espacios intermedios que llamamos costa, los cuales parecen esforzarse por no desaparecer. Este límite entre agua y tierra es el que posibilita la interacción entre ambas realidades.
Tomando como referencia esta organización natural, se plantea una intervención estructurada en tres elementos: dos capas principales y el límite que las conecta. La intervención se delimita a una parcela hexagonal, pero pretende extenderse y reactivar todo el perímetro cercano. De este modo, se aprovecha y potencia el estanque existente como el núcleo principal de esta isla climática.
En el centro de la parcela, se dispone un gran jardín compuesto por vegetación de rápido crecimiento, bajo mantenimiento y adaptada al clima de Logroño. Esta vegetación, resistente a las altas temperaturas estivales y a la posible escasez de agua, combina plantas de baja altura con algunos árboles altos que permiten vislumbrar el paisaje a través del jardín. Este espacio verde, de 15 metros de diámetro, funciona como el pulmón ecológico de la intervención.
El límite entre el estanque y el jardín se convierte en el espacio habitable, el eje organizador de la propuesta. Este recorrido, protegido por el pulmón verde y orientado hacia el estanque, da sentido a la intervención. Para habitar y proteger este espacio, se proyecta una pérgola cuya función es similar a la de una sombrilla en la playa. Con una geometría circular que contrasta con el entorno dominado por la geometría, esta estructura utiliza un sistema modular de cables y perfiles metálicos que minimizan su impacto en el terreno. Su estabilidad se logra gracias a 12 mástiles principales que sustentan la pérgola.
El espacio generado en este límite busca revitalizar el estanque e invitar al usuario a sumergirse en él. O como se dice coloquialmente: “¡Al agua, patos!”. Este dicho, que alude al primer chapuzón de los patitos, simboliza la importancia de que los niños lideren la reactivación de este espacio diseñado para ser usado, pero que aún necesita vida.
Se trata de un estanque transitable con una solución técnica avanzada para el tratamiento y conservación del agua, además de un sistema automatizado que regula el nivel del agua y activa diferentes juegos y chorros interactivos.
Así, la propuesta crea una isla climática que, poco a poco, se contagiará al resto del entorno del estanque. Se trata de una intervención que no solo respeta las características del lugar, sino que se apoya en ellas y las potencia con el objetivo de reactivar y dar nueva vida a este espacio único.